Ángeles Maestro
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid una de las fundadoras de IU y actualmente principal dirigente de la organización Red Roja. En noviembre de 1996 fue miembro del Tribunal Internacional por Crímenes Contra la Humanidad Cometidos por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en Iraq.
Es imprescindible recordar.
La desmemoria nos convierte en zombis ante cualquier estrategia del poder. Máxime cuando éste desencadena estrategias de terror, a escala mundial, destinadas a anular el pensamiento. Por ello he creído necesario traer a la memoria hechos que sucedieron, no hace mucho, cuando la “pandemia” de la gripe A y que, sin duda, fueron un ensayo general para lo sucedido con el Covid.
La falsa pandemia de la gripe A, la OMS y la corrupción demostrada
En enero de 2010, Wolfgang Wodarg, epidemiólogo presidente de la Comisión de Sanidad de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y miembro del SPD, acusó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de haberse convertido en un instrumento al servicio de los intereses de la industria farmacéutica, a partir de los datos recabados sobre su actuación en la supuesta pandemia por la gripe A. Consiguió que dicho organismo aprobara por unanimidad la realización de una investigación al efecto.
Un mes antes de la declaración del nivel 6 de pandemia global, en junio de 2009, la OMS modificó los criterios exigidos, eliminando el requisito de que se produjera en varias zonas del mundo un aumento significativo de la mortalidad.
W. Wodarg, en una entrevista publicada por el periódico L´Humanité[1] (órgano del Partido Comunista Francés – ¡qué tiempos!) dijo que empezó a sospechar cuando se declaró la pandemia “cuando no había ni mil enfermos y se hablaba de la pandemia del siglo” y la OMS recomendó la inoculación exclusivamente con medicamentos patentados previamente. Denunció, así mismo, el papel de la psicosis de miedo desencadenada para justificar la adopción de medidas, muy costosas para el erario público, en plena crisis y cuando pretextando la necesidad de pagar la deuda de los Estados, se estaban produciendo recortes muy importantes en el gasto público, y en concreto, en el sistema sanitario.
En la citada entrevista añadía “Para acelerar la disponibilidad de productos, se han utilizado adyuvantes en ciertas vacunas, cuyos efectos no han sido suficientemente probados. En otras palabras: queríamos absolutamente usar estos nuevos productos patentados en lugar de desarrollar vacunas usando métodos de fabricación tradicionales que son mucho más simples, más confiables y menos costosas. No había ninguna razón médica para esto, solo razones de marketing”.
El proceso venía de lejos. Cuando surgió en 2008 el H1N1 y, mucho más, cuando en 2020 apareció el Covid 19, ya estaba todo preparado. En 2005, cuando se declaró la pandemia por gripe Aviar, la OMS ya había preparado los planes internacionales para cuando a pareciera una pandemia: las farmacéuticas se comprometían a tener a punto las vacunas y los estados se comprometían a comprarlas. En palabras de Wodarg “la industria farmacéutica no asumió ningún riesgo económico al participar en una nueva fabricación. Ya tenía la garantía de ganar el premio gordo en caso de que estallara una pandemia”.
En cuanto a los objetivos que debía cumplir la investigación aprobada por la Comisión de Sanidad del Consejo de Europa, el epidemiólogo alemán señalaba: “Queremos arrojar luz sobre todo lo que podría haber convertido esta formidable operación en un engaño. Queremos saber quién decidió, en base a qué evidencia científica, y con qué precisión se ejerció la influencia de la industria farmacéutica en la toma de decisiones.Y finalmente debemos presentar demandas a los gobiernos. El objetivo de la comisión de investigación es que no haya más falsas alarmas de este tipo en el futuro. Que la población pueda contar con el análisis, la experiencia de las instituciones públicas nacionales e internacionales. Estos ahora están desacreditados porque millones de personas han sido vacunadas con productos que presentan posibles riesgos para su salud. No era necesario. Todo esto también resultó en un desperdicio considerable de dinero público”.
La comisión de investigación se disolvió sin llegar a ninguna conclusión y no consiguió que el representante de la OMS declarara ante el Consejo de Europa.
La connivencia de la OMS con las multinacionales farmacéuticas fue denunciada así mismo en un informe realizado en junio de 2010 por la prestigiosa revista British Medical Journal[2]
Un día después de declarar finalizada la pandemia, la OMS reconoció que su Comité de Expertos para la gripe A – cuya composición era secreta, “para evitar presiones” – había recibido donaciones de las multinacionales farmacéuticas fabricantes de las vacunas y antivirales[3].
El escándalo saltó a los medios de comunicación con duras acusaciones. La cadena SER y en concreto Iñaki Gabilondo tituló su informe así “El negocio del miedo y la estafa de la falsa pandemia” [4]. Este video de la Cadena SER denunciando el soborno de las farmacéuticas a la OMS y a las autoridades sanitarias por la gripe A, hoy no hubiera sido posible (la deuda del Grupo PRISA fue comprada por Black Rock y CVC Capital Partners en noviembre de 2020) o habría sido censurado acusado de Fake News.
Los Gobiernos europeos y estadounidenses pagaron miles de millones de euros y de dólares por la compra de vacunas, de Tamiflú y de Relenza. Esto sucedía en 2009, al comienzo del estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera, cuando, con el pretexto de pagar la Deuda, se cerraron miles de camas hospitalarias y se redujeron drásticamente las plantillas en la sanidad pública. En ese momento, el Ministerio de Sanidad – PSOE, Trinidad Jiménez – gastó casi 400 millones de euros en la compra de vacunas y antivirales. Nueve años después todos esos medicamentos se destruyeron tras haber caducado[5].
Nunca se publicaron los resultados de ensayos que garantizaran la eficacia de esos productos farmacéuticos y se ocultaron los que mostraban graves riesgos. La Roche convenció sin problemas a la Agencia Europea del Medicamento (EMA) para su aprobación. Por el contrario la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA) puso condiciones a Tamiflú y prohibió Relenza. Su director fue obligado a dimitir y ambos medicamentos se aprobaron poco después[6]. El Comité Consultivo de la OMS exigió investigar los casos de narcolepsia[7] registrados en doce países, sobre todo en niños y adolescentes, vacunados con Pandemrix en 2010 contra la gripe H1N1.
La pandemia Covid, la corrupción ocultada y crímenes contra la salud de las poblaciones
Hoy es bien sabido que tanto la FDA, como la EMA (Agencia Europea del Medicamento) están financiadas mayoritariamente por las multinacionales farmacéuticas.
Se ha conocido también que Emer Cooke[8], nombrada directora de la EMA en agosto de 2020, y que decidió comprar 1.800 millones de dosis de vacunas a Pfizer, antes incluso de que finalizaran los ridículos dos meses de ensayos clínicos, fue miembro directivo de La Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas (EFPIA) organización comercial para el cabildeo ante la Comisión Europea con sede en Bruselas.
Se ha publicado también que el marido de Úrsula von der Leyen[9] es director médico de Orogénesis, empresa que participó activamente en el desarrollo de la vacuna de Pfizer y que ahora trabaja en el desarrollo del programa antivirus «BioShield» diseñado para aumentar potencialmente la preparación, abordar rápidamente la propagación del virus y proteger contra brotes futuros como el COVID-19[10] El hijo de ambos, David, es un alto cargo de la multinacional McKinsey, empresa que ha diseñado las campañas publicitarias de vacunación en la pandemia e incluso se ha encargado de la logística de la distribución de las vacunas.
Como puede verse, información no falta, pero nada de ello se ha publicado por los grandes medios de comunicación. No es ninguna casualidad. La concentración de poder económico en los grandes fondos de inversión que son los mayores accionistas de las grandes empresas farmacéuticas, de los grandes bancos, de las multinacionales y de los medios de medios de comunicación, han permitido a las oligarquías occidentales (EE.UU y la UE) desarrollar una estrategia de control global de las poblaciones y de la información.
En diciembre de 2020, al mismo tiempo que la FDA y la EMA deciden la aprobación de emergencia de las vacunas Covid, se anunció la creación de Trusted News Initiative (TNI)[11] “para combatir la propagación de desinformación dañina sobre vacunas”. Todas la principales agencias de noticias, los grandes medios de comunicación y las empresas propietarias de las redes sociales ( google, facebook, twiter, etc) se coordinan con disciplina militar para ejercer la censura y la denigración de toda información que cuestionara el discurso oficial, que, según sus palabras “se detiene en seco”.
Todo ello ha permitido que las poblaciones, en un escenario de pánico, perfectamente diseñado, hayan aceptado mecanismos inéditos de restricción de derechos y libertades que contravenían la legislación vigente, y aceptaran la vacunación con productos farmacéuticos insuficientemente probados y que están produciendo decenas de miles de muertos en personas previamente sanas y millones de efectos adversos graves.
Los datos del observatorio europeo acerca de la sobremortalidad observada, en todas las edades y, especialmente, en los grupos de edad más jóvenes, que pueden consultarse aquí[12] no dejan lugar a dudas.
La UE ha comprado, con nuestro dinero, 4.300 millones de dosis de vacunas Covid para los 450 millones de habitantes de la UE. 170 millones de dosis ya están caducadas, de ellos 14 millones en el Estado español, por valor de unos 200 millones de euros. que deberán ser destruidas por el Ministerio de Sanidad.
Como las entregas por parte de las multinacionales farmacéuticas continúan, y el stock se amplía y la demanda disminuye, probablemente porque a pesar de la ocultación de los datos están llegando a la población las noticias de muertes inesperadas y de efectos adversos graves, se intensifican los mensajes desde los centros sanitarios llamando a recibir nuevas dosis, junto con la advertencia de que el “pase Covid” caduca si no se ha recibido la tercera dosis.
Es preciso ser conscientes de que la estrategia destinada a seguir asegurando el negocio de las farmacéuticas y a reeditar los mecanismos de control social que con tanto éxito se implementaron, va a continuar. El objetivo de instaurar a la OMS como autoridad sanitaria mundial, cuyas decisiones sean vinculantes para los gobiernos, continúa adelante, si bien las enmiendas de EE.UU. al Reglamento Sanitario Internacional, que facultarían a la OMS para declara una “emergencia de salud pública” fueron derrotadas por los BRICS y buena parte de los países de África, Asia y América Latina en la 75 Asamblea de la OMS celebrada en mayo de 2022[13].
No cabe duda de que “nuevas pandemias” van a aparecer. La memoria de lo sucedido, junto al avance de nueva formas de organización, como la que se está llevando a cabo por colectivos de diferentes partes del Estado en la iniciativa www.rompeelsilencio.es muestran el camino.
No cabe mirar para otro lado. Las oligarquía del capitalismo, ante la mayor crisis de su historia y conscientes de que no pueden asegurar condiciones de vida dignas a la inmensa mayoría de la población trabajadora, está dispuesta a utilizar sus mecanismos de poder político, militar, económico, cultural y de control social contra nosotros.
La incógnita, histórica y vital, es si vamos a aceptarlo pasivamente, como borregos, o vamos a construir formas de resistencia y de contrapoder capaces de destruir su proyecto de dominación, y frente a la negación de la vida que implica el capitalismo, asumimos colectivamente la tarea de situar al ser humano como protagonista de la historia.